

Hoy, más que nunca, siento la necesidad de expresar lo que significa para mí este 28 de julio. Celebrar nuestras Fiestas Patrias no es solo recordar la independencia, es también reflexionar sobre lo que somos, lo que hemos vivido y lo que aún podemos construir como país.
Admiro profundamente la riqueza cultural que nos une. Desde las danzas del altiplano hasta la comida costeña que conquista el mundo, somos un país diverso, talentoso y resiliente. Cada rincón del Perú tiene algo único que ofrecer, y eso es motivo de orgullo para todos los que llevamos esta tierra en el corazón.
Sin embargo, no podemos ignorar las sombras que también nos acompañan. La corrupción, la desigualdad y la falta de oportunidades siguen golpeando a millones de peruanos. A veces da la sensación de que avanzamos un paso y retrocedemos dos. La política ha dejado de inspirar confianza y la crisis social parece no tener fin.
A pesar de ello, creo en el pueblo peruano. Creo en el emprendedor que saca adelante a su familia, en el joven que estudia con esfuerzo, en el campesino que cultiva con esperanza. Somos más que nuestros problemas, y tenemos todo para salir adelante si realmente lo decidimos como sociedad.
Hoy, mientras ondea la bandera y se escuchan los himnos, no solo celebro, también pienso. El Perú que soñamos no llegará solo. Requiere compromiso, memoria y acción. Debemos aprender de nuestros errores y rescatar nuestras fortalezas. Solo así construiremos un país más justo y unido.
¡Felices Fiestas, Perú! Que esta fecha nos inspire a mirar con orgullo el pasado, con honestidad el presente y con esperanza el futuro.

